Las 12 advertencias del ascenso nazi sobre el ocaso de las democracias: "¿Pedro Sánchez? No quiero ser presuntuoso: sois los españoles quienes tenéis que ver las conexiones"

Laurence Rees no es un oráculo. "Lo que todos me piden es señalar a los políticos de ahora. Todo tiene que ver con Erdogan, Trump o la situación en Corea del Sur", dice el historiador británico, que acaba de publicar En la mente nazi. 12 advertencias de la historia (Crítica), un manual que explica a través del nacimiento del nazismo las posibles consecuencias que podría tener la flaqueza actual de los valores democráticos. "En el libro sitúo las tendencias tal y como las encuentro, pero en ningún momento hay una alusión directa contemporánea. No quiero ser presuntoso. Sería terriblemente presuntuoso decir por mi parte 'veo este paralelismo directo en España'. Sois vosotros quienes me enseñáis acerca de España, y no al revés. Es usted quien tiene que enlazar lo que sucede con la explicación de mi libro", añade con franqueza.
De una democracia personalista manejada a golpe de decreto ley puede sacarse alguna conclusión relacionada con En la mente nazi, aunque tratar este asunto con su autor, un experto en las circunstancias que generaron el nazismo, parece exagerado. "De todas las precondiciones existentes, la más importante es que la democracia no proporcionaba lo que la gente quería. Hindeburg [presidente de Alemania hasta 1934] estaba permitiendo gobernar por decreto. Las elecciones no daban lugar a ningún cambio. La gente quería una solución a problemas terribles y la democracia no solucionaba nada. Ahí vemos una advertencia".
El manual de Rees está dividido en 12 capítulos. Difundir teorías conspiranoicas. Usar el ellos y nosotros. O Dar valor a los enemigos son algunos ejemplos. Los títulos interiores riman con la actualidad. "Hay muchísimas cosas que nos podemos llevar de esta historia. En Gran Bretaña vivimos en una sociedad inculta. La mayoría deja de estudiar Historia a los 13 o 14 años. Sus vidas están empobrecidas. No tienen la oportunidad de ver las advertencias. Veo paralelismos. Las democracias están erosionándose. No todo el mundo está siguiendo el guion. De hecho, hay ecos en todas partes". Para entender bien el ascenso de Hitler, se ha apoyado en la psicología. ¿Qué ha encontrado en la mente nazi? "Una mente humana", contesta. "Lo que a mí me ha interesado durante toda mi vida trabajando en el asunto son las mentalidades. Me interesa por qué somos quienes somos. No me interesa psicoanalizar a Hitler en la distancia. Es un sinsentido. Fue una gran ayuda tener la asistencia del profesor Robert Sapolski. Es doctor en Stanford en Neurociencia. Y lo que mejor funciona es la dicotomía ellos contra nosotros. Es casi lo más central a la hora de entender el nazismo".
¿Eran todos nazis? ¿De vivir en aquella época en Alemania, sería nazi? "He pensado mucho en ello. Mira lo que pasó cuando Hitler llegó al poder en enero de 1933. Muchísima gente quería adherirse al partido nazi. Puede que la gente decidiera que por fin había llegado el momento del nazismo o pensaban solo en sus propios intereses. Quizá era buena idea ser miembro del partido nazi. No quiere decir que todo el mundo se haya convertido en un nazi. Siempre había resistencia. ¿Serías tú uno de ellos? Haga el siguiente experimento: imagínese que siendo un bebén te transportan al principio del siglo XV en América. Habrías crecido como Azteca y creerías que el sacrificio humano era vital para generar supervivencia. ¿Habrías resistido? Resulta improbable».
La adhesión que generó un tipo vulgar, sin apenas talento y traumatizado por la experiencia de la Gran Guerra como Hitler era porque hablaba de emociones y no porque representara el perfil del alemán medio. "En el 1928 consiguió el 2.8% de los votos. No eran como él. Fue una combinación de las circunstancias del momento, sus aptitudes y la personalidad concreta lo que generó aquella situación. Tenía dos velocidades: o estaba encendido o estaba apagado. Le resultaba difícil sostener cualquier tipo de discusión intelectual con nadie. Tiene visiones extremas y radicales con una personalidad débil. Tiene la certeza de la visión. Existía la sensación de que todo era posible. A Hitler le excitaban las ideas radicales. Está lleno de odio. Y le funciona estupendamente. Hay otra gente llena de odio y es capaz de decirles: si tu odias, confía en mí. No odias lo suficiente".
la fórmula GoebbelsPara sus investigaciones, Rees ha entrevistado a algunos protagonistas de la época. En la mente nazi funcionaba la idea de estar embarcado en una aventura épica. "Es una sorpresa continuada después de tantos años. ¿Quién iba a decir que era divertido ser nazi? Para muchas personas fue la mejor época de sus vidas. Tiene que ver con una estructura de liderazgo: no existe la moralidad. Para los más jovenes resultaba excitante. Si alguien le hubiera dicho a Hitler tenemos que invadir la Luna, habría dicho qué buena idea. Moralmente es terrible y apabullante".
Y parece que las redes sociales están engrasadas por Goebbels. "Le habría encantado y utilizado masivamente. Absolutamente. Tenía una comprensión institiva de los nuevos medios de comunicación. Particularmente el cine". Rees es experto en la propaganda nazi a través del cine. "Entendía dos cosas claves del modo en que se utilizaba. Puede que sea relevante su lectura: primero entendía que es muy difícil cambiar la mentalidad de nadie. Es importante reforzar sus prejuicios. Y lo segundo: es importante la emoción. Era mejor para sus intereses producir la película Jud Süss, un drama histórico que contara cómo un judío utilizaba su influencia para violar a una mujer hermosa que meter más ratas en el montaje de una película que comparaba a los judíos con las ratas. Llevar a las redes sociales el refuerzo del prejuicio existente es una idea aterradora".
Por ejemplo: la respuesta de Israel a los ataques de Hamas del 7 de octubre ha sido utilizada para reforzar prejuicios latentes. "Lo más aterrador del antisemitismo y del nazismo en general es que parece estar durmiente durante periodos largos y en una crisis resurge de manera masiva. En Bosnia la gente conviía pacíficamente y de repente hay una crisis y estas memorias viejas, terribles y de diferencias salen a flote. Da miedo. Nos enfocamos en las diferencias durante las crisis como una manera fácil de culpar a los demás", explica.
No quiere ser pesimista. En su familia no gusta que se haya convertido, por decirlo de algún modo, en un mal augurio. Da mal rollo que Laurence Rees recolecte todo su pensamiento al escribir un libro que conecta la realidad con las particularidades que elevaron a los nazis. "Mi familia me ha regañado por ser demasiado pesimista. Trato de ser optimista. Siempre debemos recordar que los nazis fueron derrotados. Seguimos teniendo un montón de democracias. Cuanto más estudio, más pienso que es increíble tener la democracia. Hay muchas fuerzas actuando en contra de la democracia. El enemigo, en cierto modo, es la complacencia de la gente buena. La gente buena asume que las leyes y las instituciones son sólidas y no lo son en absoluto. Hitler no habría podido llegar al poder sin la complacencia de la elite".
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